Los niños y la meditación: ¿cuáles son los beneficios reales?
En nuestra vida adulta, que lleva un ritmo acelerado como nunca antes y está llena de todo tipo de estímulos, la meditación ofrece una experiencia transformadora que puede ayudarnos a mantener el equilibrio. ¿Y cómo es en el caso de los niños? Ellos llevan una vida divertida llena de juegos, así que ¿por qué necesitarían meditar?
Meditación, yoga, conciencia plena… Hoy en día tenemos al alcance estas enseñanzas ancestrales, que son como un botiquín de primeros auxilios, ya que promueven la presencia consciente, la regulación del estrés y la conexión cuerpo-mente. Ahora vemos que este botiquín de primeros auxilios desempeña un papel más crucial que nunca en nuestra vida de adultos, que sigue un ritmo extremadamente rápido y está llena de distintos tipos de estímulos. Pero ¿qué sucede en el mundo de nuestros hijos? ¿Realmente necesitan la meditación y otras prácticas de atención plena?
Tendemos a pensar que los niños ya viven en el momento presente y que experimentan sus emociones con libertad cuando juegan y se divierten. Sin embargo, la niñez es una etapa en la que empiezan a surgir nuevos sentimientos y hay todo tipo de dolores relacionados con el crecimiento. Los niños deben adaptarse a los distintos entornos sociales a los que ingresan y enfrentarse a experiencias nuevas y desafiantes. Es justo ahí donde aparece la importancia de la meditación, porque puede ayudarlos a comprender mejor sus emociones y reducir el impacto de esos sentimientos.
La niñez es un periodo especial, en el que es más fácil vivir en el momento presente y en el que las difíciles experiencias adultas aún no se vislumbran. En esos años, cuando jugamos por horas, nos divertimos y reímos con nuestros amigos, sin pensar en absoluto en el paso del tiempo, nuestra capacidad de realmente vivir el momento presente es mucho más fuerte. Por eso, nos es fácil no solo introyectar la meditación y hacerla parte de nuestra vida, sino también usarla para anclar nuestra felicidad. Al mismo tiempo, es más fácil hacer de la meditación un hábito y una práctica constante.
¿Cómo hay que explicar la meditación?
En su forma más básica, la meditación consciente se refiere a vivir el momento presente con la atención puesta en lo que sucede a nuestro alrededor. Puede incluir tener conciencia de lo que estamos sintiendo o de lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo en ese momento. Sabemos que no es fácil silenciar por completo nuestra mente o alcanzar un estado de silencio perfecto. Cuando meditamos, solo nos enfocamos en ser capaces de observar lo que estamos experimentando con calma y gentileza.
¿Debemos explicar un constructo tan abstracto a un niño pequeño? Considerando su edad y etapa del desarrollo, es crucial explicarlo de la manera más sencilla y concreta para asegurarnos de que entiendan qué es meditar y lo pongan en práctica. Amy Saltzman, una facilitadora de atención plena, contestó a la pregunta sobre cómo explicar la meditación a un niño de cuatro años de la siguiente manera, diciendo que en lugar de describirla verbalmente, hay que animarlos a que la experimenten, como por ejemplo diciéndoles: “Bueno, vamos a sentarnos, quedarnos quietos y tratar de estar en silencio.”
Meditar con tus hijos
Si la hacen juntos, la meditación puede convertirse en una práctica transformadora no solo para los niños sino también para los padres. Experimentar “el aquí y el ahora” implica compartir tiempo de calidad y establecer una comunicación sólida y un estado de calma. Así, es una experiencia poderosa para cualquiera, en la que se regulan los sentimientos y se abre un espacio para uno mismo y los demás.
Cuando meditemos con nuestros hijos, podemos hacerlo usando métodos sencillos. Puede ser llamando la atención a su cuerpo y pidiéndoles que se enfoquen en si algo les duele o tienen comezón. También puede ser enfocándose juntos en el entorno y viendo lo que sucede alrededor, observar un animal o un árbol, o escuchar el viento soplar.
Tomando en cuenta la capacidad de atención y los intereses de los niños, podemos transformar la meditación en una práctica más entretenida y poderosa. Por ejemplo, meditar juntos con actividades de tiempo breve y personajes animados divertidos ayudará a garantizar que sea eficaz, agradable y adecuada para su colorido mundo.
Los beneficios de meditar con tus hijos
• Mindfulness: Los niños que a través de la meditación han desarrollado una conciencia elevada de sus propias emociones y lo que sucede a su alrededor son menos reactivos y más cuidadosos en cuanto a su propio comportamiento.
• Calidad del sueño: Uno de los problemas más difíciles que enfrentan los padres es lograr que sus hijos concilien el sueño. Diversos estudios han demostrado que los niños que meditan concilian el sueño más fácilmente y que su calidad del sueño mejora.
• Relación entre los padres y los hijos: En cuanto a compartir tiempo de calidad y crear una relación sólida, la meditación promueve que la relación entre padres e hijos sea fuerte y ayuda a los niños a ser más empáticos y saber escuchar.
• Desempeño académico: Las prácticas basadas en la atención plena tienen un impacto positivo en el desempeño escolar puesto que fortalecen las relaciones amistosas de los niños, impulsan su creatividad y aumentan su capacidad de atención y autosuficiencia.
• Enfoque: Así como la meditación ayuda a mejorar nuestra capacidad de enfocarnos, también puede ser una herramienta importante para que los niños con hiperactividad o trastorno de déficit de atención puedan concentrarse.
• Regulación de las emociones: El enojo, el miedo y la decepción son algunas de las emociones que los niños experimentan con más frecuencia y que pueden ser difíciles de aceptar. Cuando los niños no obtienen lo que desean, la meditación puede ser un mecanismo esencial para ayudarles a tomar conciencia de esas emociones y mantener el equilibrio.
• Felicidad interna: Hace mucho tiempo que la comunidad científica descubrió que la meditación es un factor importante para reducir el estrés. Meditar con regularidad puede ayudar a los niños a llevar vidas más felices, más agradables y más satisfactorias.
• Necesidades: Incluso nosotros, como adultos, a menudo somos incapaces de reconocer plenamente muchos problemas relacionados con nuestras necesidades, como cuando estamos exhaustos, hambrientos o agotados. La meditación puede impulsar la conciencia corporal tanto de nosotros como de nuestros hijos, para de esta forma poder expresar mejor nuestras necesidades.
• Aceptación: La meditación abre un espacio para mejorar nuestra capacidad y la de nuestros hijos para aceptar emociones difíciles. Cuando meditamos con nuestros hijos, ese espacio se convierte en un regalo maravilloso que puede ayudarnos a observar muchos de los sentimientos que reprimimos porque parecen “infantiles”, y a verlos más compasivamente.
Es una maravilla ver que los niños que están más conscientes, que son más capaces de enfocarse, que pueden regular su vida emocional y que se dan cuenta a una edad temprana de que la vida es un todo único, con sus bellezas y desafíos, pueden experimentar a plenitud la felicidad interna. Además, progresar siendo guía y parte de ese camino como padres, y adquirir recursos poderosos para nosotros mismos y nuestros hijos es sin duda una experiencia sin igual.
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