Cómo sanar a tu niño interior

Cuando tus necesidades emocionales básicas durante la niñez no se atendieron, es posible que experimentes dificultades más adelante en la vida.

Tener salud emocional significa buscar y satisfacer las propias necesidades emocionales de manera equilibrada y con mesura. Criar hijos sanos significa satisfacer de manera constante sus necesidades básicas y, conforme crecen, ayudarles a desarrollar las habilidades requeridas para satisfacer sus necesidades por sí mismos. Los niños copian la manera en que los padres los tratan, lo que a la larga da forma a su comprensión de lo que es el autocuidado. Si la necesidad infantil de amor, apoyo emocional y reconocimiento no se satisface, el trauma resultante puede permanecer y perdurar hasta la edad adulta.

Incluso si logras bloquearlo durante un tiempo, el trauma seguirá sin resolverse. El estrés y las dificultades de la vida adulta pueden provocar a la larga una agitación emocional que te haga regresar a tus experiencias infantiles. No obstante,el trauma infantil no resuelto puede sanarse. Puedes comenzar el proceso de sanación reconociendo tus necesidades infantiles insatisfechas y accediendo y abrazando a tu niño interior.

Las necesidades de los niños, ya sean físicas o emocionales, deben estar en primer lugar. Esas necesidades incluyen las de seguridad, estabilidad, cuidado, aceptación y autoconocimiento. Los niños deben poder expresar sus necesidades y emociones sin miedo, establecer sus propios límites y autonomía (la capacidad de actuar de acuerdo con los propios pensamientos y sentimientos) y disfrutar de su espacio personal siendo también capaces de ser espontáneos y juguetones. Tus mecanismos de afrontamiento pueden haber servido lo suficiente durante tu infancia, pero para un adulto es posible que no basten. Incluso si haces tus recuerdos a un lado, al punto de ya no ser consciente de ellos, seguirán vivos en lo profundo de tu ser, reprimidos y sin resolver. Entonces, tu mente activa el mecanismo de la represión. Hay varios motivos detrás de tal activación:

  • Es posible que busques reprimir el enojo derivado de que tus necesidades durante la infancia no se satisficieron.
  • Quizá quieras reprimir cualquier síntoma de tu trauma infantil que se desborda cuando tienes estrés.
  • Sin embargo, si te sobreprotegieron, satisfaciendo en exceso algunas de tus necesidades a costa de otras, tal vez quieras suprimir la sensación de ineptitud causada por la falta de autonomía y límites propios.
  • Debido al trauma, es posible que tu elección de amigos y parejas esté sesgada.

A los niños los afectan directamente los adultos que los rodean, y pueden experimentar las emociones de los adultos como si fueran propias. En consecuencia, los niños pueden mostrar rasgos emocionales y conductuales maladaptativos, que surgen de sus respuestas temperamentales al ambiente en el que crecen.

Puedes entender mejor los desafíos y las emociones negativas que has experimentado como adulto si consideras tu mundo interior como uno con más de una sola capa, y tu voz interior como una que internalizó las voces de quienes te rodeaban. Es posible que algunas partes de tu mundo interior sean resultado de tus experiencias infantiles traumáticas, y por lo tanto representen a un niño traumatizado, a uno frustrado e impulsivo, o bien a uno feliz si tus experiencias fueron diferentes. Quizá en la vida adulta algunas partes de ti representen a un padre muy exigente, a uno crítico y punitivo, o bien a uno sano. Si experimentas ciertas emociones como respuesta a circunstancias específicas, tal vez tú mismo actives pasivamente alguna de esas partes internas. Por ejemplo, puedes activar a tu niño triste y enojado. O puedes activar a tu niño emocionado. Trata de comunicarte con ese niño usando tu voz interior de la manera en que lo haría una madre o un padre. Al escuchar a tu niño interior, es posible que comprendas mejor el dolor o el enojo que te pueden provocar las necesidades emocionales no satisfechas, y así des el primer paso hacia la sanación. Después de identificar de dónde viene ese dolor, asegúrale a tu niño interior que ahora está seguro, usando la voz interior de una madre o un padre gentil y amoroso.

Por ejemplo, para lidiar con tu voz interior crítica, primero trata de identificar sus detonantes emocionales: ¿Qué es exactamente lo que te molesta o enoja? ¿Puedes rastrear alguno de estos detonantes a un trauma o experiencia negativa de tu niñez? Escucha lo que te dice tu niño interior. Si encuentras la relación entre tus emociones y el evento específico de la infancia, es posible que te des cuenta cuando una circunstancia similar en tu vida adulta detone la misma respuesta. Haz un ejercicio con una fotografía o una breve visualización para explorar el recuerdo de tu experiencia traumática. Trata de recordarte o imaginarte de niño. Luego híncate suavemente y abrázate. Dite a ti mismo que lamentas que hayas estado solo cuando requerías guía y ayuda.

Trata de reunir en tu imaginación a tu niño interior alterado por un evento traumático y a tu adulto sano. Practica la autocompasión y el autocuidado, y encuentra el equilibrio entre tu voz interior y tu entorno. Cuando estás en paz con tu niño interior, estás en paz en donde sea.


Çağla Küçük
Maestra en psicología y terapeuta

Estudia actualmente un posgrado en Apoyo y Asesoramiento Psicológico en la Universidad de Bahçeşehir, y tiene formación en varias escuelas de psicoterapia. Como consejera escolar, ha trabajado con niños, adolescentes y familiares. Actualmente practica la terapia de esquemas con adolescentes y adultos.